domingo, 10 de junio de 2012


El hombre vestido de blanco sobre fondo blanco

Desapareció de este mundo un hombre de blanco, Juan Pablo II. Pero vino otro, también vestido de blanco. Cuando habla millones de oyentes escuchan con atención sus palabras. ¿Quién es este? ¿De dónde viene?. La respuesta: él es el Papa. Pastor supremo de la Iglesia. Y viene como vicario de Cristo. Pues una de las notas de la Iglesia católica es la apostolicidad. Esto quiere decir que Cristo fundó la Iglesia sobre Pedro y los apóstoles.
Hoy la Iglesia conmemora la elección del Papa Benedicto XVI como padre de la fe. La elección fue en un clima sereno y de intensa oración. Los electores sabían que tenían que escuchar al Espíritu Santo en el cónclave. Este es el contexto por el cual se elige al Papa. Los humanos interpretamos este evento también con categorías humanas, al estilo político. Pero lo que ocurrió allí no fue política, fue de Dios.
El Papa Benedicto XVI es un hombre de Dios. Amante y apóstol de la verdad. Tiene como lema “cooperadores de la verdad”. Este es el motor de su vida. La sencillez y humildad es igualmente virtud suya por no decir otras. Él es un don para la Iglesia y para la humanidad. El mensaje que transmite tiene profundidad y sabiduría. Vale para todos. Sus palabras serán escuchadas todos los tiempos.  
Veamos lo que sintió el Papa a pocas horas de su elección: “!Gracia y paz en abundancia a todos vosotros! En mi ánimo conviven en estas horas dos sentimientos contrastantes. Por una parte, un sentido de incapaz y  de humana turbación por la responsabilidad que ayer me fue confiada, sucesor del apóstol Pedro en esta sede de Roma, y para toda la Iglesia universal. Por otra parte, siento vivo en mí una profunda gratitud a Dios, que –como nos hace cantar la liturgia- no abandona a su grey, sino lo conduce a través de los tiempos bajo la guía de aquellos que Él mismo ha elegido vicario de su hijo y ha constituido pastores” (Roma, 20 abril 2005).
El Papa sea quién sea es el Vicario de Cristo. Es principio y fundamento de unidad. El ha sido elegido por voluntad de Dios para la Iglesia y para la humanidad. Aunque esta verdad suponga “peros”, mas es así. Y no es fundamentalismo. Este hombre vestido de blanco nos confirma en la fe. Sólo así hay continuidad y seguridad. Porque el hombre de blanco sigue sobre el fondo blanco: la apostolicidad. ¡Gracias santo padre por compartir y dar esperanza a la historia!.
Atte,
P. Arnaldo Alvarado S.

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