El hombre
vestido de blanco sobre fondo blanco
Desapareció de este mundo un hombre
de blanco, Juan Pablo II. Pero vino otro, también vestido de blanco. Cuando
habla millones de oyentes escuchan con atención sus palabras. ¿Quién es este?
¿De dónde viene?. La respuesta: él es el Papa. Pastor supremo de la Iglesia. Y
viene como vicario de Cristo. Pues una de las notas de la Iglesia católica es
la apostolicidad. Esto quiere decir que Cristo fundó la Iglesia sobre Pedro y
los apóstoles.
Hoy la Iglesia conmemora la elección
del Papa Benedicto XVI como padre de la fe. La elección fue en un clima sereno
y de intensa oración. Los electores sabían que tenían que escuchar al Espíritu
Santo en el cónclave. Este es el contexto por el cual se elige al Papa. Los
humanos interpretamos este evento también con categorías humanas, al estilo
político. Pero lo que ocurrió allí no fue política, fue de Dios.
El Papa Benedicto XVI es un hombre de
Dios. Amante y apóstol de la verdad. Tiene como lema “cooperadores de la
verdad”. Este es el motor de su vida. La sencillez y humildad es igualmente
virtud suya por no decir otras. Él es un don para la Iglesia y para la
humanidad. El mensaje que transmite tiene profundidad y sabiduría. Vale para
todos. Sus palabras serán escuchadas todos los tiempos.
Veamos lo que sintió el Papa a pocas
horas de su elección: “!Gracia y paz en abundancia a todos vosotros! En mi
ánimo conviven en estas horas dos sentimientos contrastantes. Por una parte, un
sentido de incapaz y de humana turbación
por la responsabilidad que ayer me fue confiada, sucesor del apóstol Pedro en
esta sede de Roma, y para toda la Iglesia universal. Por otra parte, siento
vivo en mí una profunda gratitud a Dios, que –como nos hace cantar la liturgia-
no abandona a su grey, sino lo conduce a través de los tiempos bajo la guía de
aquellos que Él mismo ha elegido vicario de su hijo y ha constituido pastores”
(Roma, 20 abril 2005).
El Papa sea quién sea es el Vicario
de Cristo. Es principio y fundamento de unidad. El ha sido elegido por voluntad
de Dios para la Iglesia y para la humanidad. Aunque esta verdad suponga
“peros”, mas es así. Y no es fundamentalismo. Este hombre vestido de blanco nos
confirma en la fe. Sólo así hay continuidad y seguridad. Porque el hombre de
blanco sigue sobre el fondo blanco: la apostolicidad. ¡Gracias santo padre por
compartir y dar esperanza a la historia!.
Atte,
P. Arnaldo Alvarado S.
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