La madurez
personal, un desafío de todos
Las personas no somos
perfectas. Por eso dice Jesús en el evangelio “sólo lo mi Padre celestial es
perfecto”. Esta afirmación antes que llevarnos al conformismo, nos estimula a
crecer en virtudes humanas. Que es lo que vale: virtudes. Uno de los aspectos
interesantes que tienen todas las personas de buena voluntad es el sentido
común. Aquella sabiduría que es fruto del adecuado uso de la razón y la
experiencia. Existe una sentencia sabia que dice “por sus frutos los
conoceréis”, que también es bíblica. ¿De qué habla esta frase? Nos quiere decir
que podemos llevar una vida buena, además después de un cierto tiempo hay que
manifestar en realidad que nuestra vida no es en vano.
Pues mucha gente se
lamenta sobre un fenómeno frecuente que se presenta cuando estamos en la casa,
con los amigos y en el ámbito social. Esa inquietud es referente a la falta de
madurez. Habitualmente escuchamos decir no sólo de niños, sino incluso de
quienes esperamos buenos resultados. Estos no dan los frutos esperados. Y la
tendencia en las últimas décadas es que se habla más de personas inmaduras en
quienes han entrado en años, son considerados mayores, pero inmaduras. Con
términos de la psicología calificamos a esta actitud de infantil, presente a
todos los niveles, cuya característica es la irresponsabilidad. Los padres de
familia se quejan de sus hijos. Por otro lado las esposas manifiestan descontentos
de sus maridos o viceversa, porque son irresponsables. Los hermanos analizan comportamientos
de los otros miembros de la familia y quedan descontentos. Es que estamos tan
acostumbrados a escuchar siempre la siguiente frase: “no le exijo nada, ni le
pido nada porque es un inmaduro”. ¡Qué pena!.
Pero ¿qué significa ser
inmaduro? o mejor ¿quién es una persona madura? Es una persona inmadura aquella
que todavía no asume sus responsabilidades. No está en lo que debe estar, fuga
de la responsabilidad. Tiene vulnerabilidad en su carácter, propósitos y no
quiere mejorar. Siempre se propone cosas pero no pone los medios para conseguirlos;
no persevera ante las dificultades. Se cree autosuficiente y presenta excusa
ante sus defectos. No se deja ayudar. El elenco podría alargarse.
Este fenómeno es
creciente. Causa muchas dificultades en el ámbito personal, laboral y social.
De modo individual el inmaduro no se valora a sí mismo como persona y se
autodetermina por sus defectos y vicios. No es libre. Dice “no puedo cambiar”,
“es imposible para mí”, “eso no es para mí”. En el ámbito social no quiere
asumir sus obligaciones y no supera las dificultades. Lo peor es que pretende
dejar todo sin valorar las consecuencias.
Podemos decir que la
madurez es el crecimiento en personalidad a todos los niveles. En definitiva,
es una persona virtuosa. Hace las cosas sea con ganas o sin ganas, pero las
hace y asume. Sabe estar donde debe estar. Tiene capacidad de juicio y
discernimiento en las acciones y decisiones. Todos podemos crecer en madures.
Atte, P. Arnaldo Alvarado (Seminario Mayor de
Cañete)
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